Sueño de la razón
Revista sudamericana de fotografía
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#08 Amor (in)certo


Índice

Editorial

De lo simbólico a lo poético. Fotografía Roberto Obregón

Al mismo tiempo. Fotografía y texto Ignacio Coló

Italia fue mi fiesta. Fotografías e imágenes Carla Pericles / Archivo de la Memoria Trans

Las Eu. Fotografías de Walter Astrada

La Esquina Rosa. Miguel Ángel Rojas conversa con Mateo Pérez

La noche que me quieras. Fotografías de Alejandro Kirchuk

Dos fotógrafos hacen rutina en el confesionario de la intimidad. Fotografía María Antonieta Rodríguez y Martín Castillo. Texto Marjorie Delgado Aguirre

A-MOR. Fotografías y texto Cristóbal Olivares.

Holly Hell. Fotografías y texto Jason Sullivan

Andrés Sierra conversa con Mateo Pérez

El arte fotográfico. Texto Fredi Casco

El infarto del alma. Fotografías Paz Errázuriz / Texto Francisco Giusti

Otras historias / Historias. Fotografías y texto Karen Miranda

Dona Ana. Fotografías y texto Tiago Coelho

Album Familiar. Fotografías y texto Jota Reyes

Fotonovela La Cuarenta#2. Los derechos de Adriana

www.barthesmonamour.com

¿Tiene sentido hoy –en un mundo supuestamente global- hablar de identidad y comunidad? Vivimos, como lo hacemos desde hace milenios, en mundos paralelos: una dimensión de nuestra existencia está anclada en el cotidiano palpable donde respiramos, mientras otra, en el espacio común de los lenguajes y en el universo de las ideas compartidas, donde nos alimenta un oxígeno distinto que no respeta, necesariamente, esas leyes fisicoquímicas que perciben nuestros sentidos y que nuestra racionalidad organiza. Un mundo donde corre la imaginación por medio de conexiones cerebrales, generando historias comunes entre vecinos.
Compartir -con la complicidad de los lenguajes- aparece como uno de los grandes motores de la experiencia humana y su espacio de existencia es la cultura. Es en esta esfera donde ‘identidad’ y ‘comunidad’ surgen como catalizadores de estos intercambios y donde la visualidad empieza a tener algo que decir, pues nos comunicamos a través de ella. Aquello nos moviliza para preguntarnos por esos vínculos y espacios de encuentro, esas señales de afecto, esas posibilidades de mirarse en los otros.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido, ante lo cual los poetas reaccionan escribiendo y nosotros generando fotos, para que la fragilidad de la memoria y el viento que empuja al tiempo no se lleve todo por la borda.
La colección resultante tiene obras sobresalientes que trabajan el amor (in) cierto desde diversos ángulos: los siniestros amores que matan, como en un fotolibro sobre casos de femicidio y sus investigaciones forenses, representación profunda del horror y la violencia de género y también la presencia del registro cariñoso de un amor fraterno en unos gemelos que comparten sus vidas.
Y si la fotografía es algo así como la memoria, el olvido es largo y el amor corto, entonces ¿cómo son las fotografías de un amor largo que no corta ni el olvido de la demencia senil? ¿O los amores intensos más breves del archivo trans, con toda esa cercanía y transparencia de la primera persona en textos y fotos para relatar el amor de una vida? ¿O esos amores súper breves e intensos, callejeros y prohibidos? … pero vistos de lejos por el fisgón y un teleobjetivo que intenta capturar algo del deseo, pero sin arriesgarse al contacto.
Hay otra serie que nos advierte que ‘quizá el riesgo de las fotografías no está en lo que muestran, sino en lo que hacen ver’, hurgando en los sentidos de la pareja de fotógrafxs que pone en escena su relación al interior de su espacio privado, o será tal vez ésa una línea que atraviesa los muros para comentar las páginas que siguen, sobre la relación privada en el espacio público, aquel hogar sin mas límite que una frazada de los sin casa.
En este número de la revista también tenemos novios, como bien se sabe no existe casamiento sin fotógrafo/a aunque éste/a se esmere por fustigarlos, a todos y sus amigos con ese blanco y negro crudo sobre lo comido, lo bailado y lo bebido. Y, por cierto, una revista fotográfica del Amor sin sexo sería un contrasentido; de hecho debe ser bien difícil vender el porno sin imagen técnica, probablemente casi imposible sin recurrir al Arte Fotográfico, particularmente en esta época de las pantallas eternamente iluminadas.
El amor es torbellino de pureza original hasta el feroz animal susurra su dulce trino, cantaba, quizás, una radio en los pasillos de ese hospital en Putaendo donde el amor conmueve desde los retratos de las parejas de asilados, pues nos advierten que el amor del romanticismo es siempre un estado alucinado que se aproxima peligrosamente al delirio. La literalidad más cercana de los cuerpos locos es pues el amor. Otro amor, que contiene también un germen de locura, como todos los anteriores, viene del vínculo de esa maternidad diferida que tantas mujeres han vivido cuidando a los hijos de los otros, muchas veces a costa incluso de los propios vínculos biológicos. El viaje de Dona Ana regresa 40 años en el tiempo hacia el Brasil profundo para recuperar una historia de amor con los suyos.
La fotografía en esta revista sigue con esa larga tradición latinoamericana de defensa de los derechos humanos, también a través del discurso de la imagen y así es como sabemos de una fotonovela generada por un trabajo de universitarixs y presxs por visibilizar los derechos de la población LGBT recluida en la cárcel Modelo de Bogotá. Para cerrar, reseñamos una apuesta de la ONG que, desde su sede Buenos Aires, propone una curatoría abierta que cruza unas miradas desde los fotógrafos ante las provocaciones de Roland Barthes
sobre el amor, un trabajo que vive en la web y que nos entusiasma traer a las páginas impresas.
Al final, si de algo se trata el amor, es de saber compartir.
© | Sueño de la Razón

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