#06 Propaganda
ÍndiceÉ como se posse verdade. 2015. Fotografías y texto Bárbara Wagner e Benjamin de Búrca (8)
Sara Facio. Fotografías Sara Facio. Texto Ataulfo Pérez (16) Argentina en marcha. Fotografías varios autores. Texto Horacio Fernández (22) Nuestros héroes eternos. Fotografías Luis Brito. Texto Antolín Sánchez (29) Papéis Efêmeros da Fotografia. Fotografías archivo. Texto Rubens Fernandes Junior (36) Jorge Aguirre. Fotografías Jorge Aguirre. Texto Ataulfo Pérez (41) Vultos Nulos. Fotografías Ana Lira. Texto Eduardo Quieroga (46) Vía Pública. Texto y fotografías Fernando Allen (51) Chile desde adentro. Fotografías varios autores. Texto Jorge Gronemeyer (56) Luis Camnitzer. Entrevista Andrea Jösch (68) MaPa, Marcas en el Paisaje. Fotografías Nicolás Sáez. Textos Andrea Jösch (73) MOTOBAIK (fonética para llamar a las scooters) Fotografía y texto Christian Rodríguez (81) Esenciales. Fotografías y texto Guillermo Santos (87) Mirador (2012-2015). Fotografías y texto Andrés Duran (91) La maquinaria. Fotos y texto Oscar Castillo (96) Monumentos. Fotografías Pablo Hare. Fragmento de conversación con Andrea Torreblanca en el catálogo de la muestra colectiva El Teatro del Mundo en el Museo Tamayo, México (106) Comité editorial & colaboradores (113) |
EditorialA mediados de 2015 una fotografía modificó la percepción de millones de europeos, un pequeño ahogado en las costas turcas hacía patente la miseria humana y bañaba con su aura angelical a todo su pueblo, el que pasaba de terroristas y aprovechadores del bienestar occidental, a víctimas inocentes de las desigualdades históricas, esta vez abatidas sobre Oriente Medio. No podemos decir que ésta era una fotografía propagandística en su origen, pero su efecto sí lo fue y trascendió largamente el espacio de la crónica roja donde se ahogan diariamente miles de víctimas. Así como en otras ocasiones, por ejemplo con las imágenes de la prisión iraquí de Abu Graib, la fotografía nuevamente asestaba su golpe de efecto sobre nuestras emociones. Una imagen era capaz de sintetizar, incluso provocar, la necesidad de un cambio perceptual de millones de personas, así como demostrar que puede representar valores que trascienden largamente los pixeles que forman la imagen.
Al parecer esta combinación de imágenes fotográficas y su circulación avalada, y soportada, por los medios de comunicación masivos es implacable con alguna parte de nuestro cerebro o aparato perceptivo, dejándonos sin respuesta racional o de autodefensa frente al mensaje primario que ha sido emitido. Es el fértil terreno donde se nutre la propaganda, el sujeto de este número de “Sueño de la Razón”. En nuestra investigación, nos encontramos que muchas veces la función propagandística de las imágenes, no siempre era un acto consiente del fotógrafo al momento de la producción, o incluso al editar su trabajo. Por otro lado, para que el efecto fuera eficaz, la circulación - “como siempre” dirán con razón algunos - con su obstinada repetición e |
interpelación desde distintos soportes, es un requisito a la hora de obtener resultados de cambios masivos de conducta en los receptores. De allí esta idea (ya esbozada en una entrevista a Claudi Carreras en el primer número de la revista) que sigue plenamente vigente en la era digital: si la fotografía no fuese eficaz en estos términos, ¿porqué seguirían las grandes compañías invirtiendo millones en ella? Hay algo profundo, probablemente anclado en ese vínculo tan poderoso entre foto y realidad, que hace que nuestra primera reacción ante la imagen fotográfica sea emotiva e irracional y sólo después de un análisis más frío logramos penetrar otras capas de significados implícitos en lo que nos muestran o vemos. De ahí también, por cierto, la pertinencia de que una revista de fotografía se llame “Sueño de la razón”, particularmente si uno de sus objetivos es discutir sobre el problema de la imagen. En esta edición, buscamos trabajos sudamericanos que nos permitieran ver más aspectos de este vínculo profundo entre fotografía y propaganda, así como algunas de sus consecuencias. Una de ellas, no menor, es la contaminación visual que hemos ido adquiriendo, como sociedad, vinculada a los soportes que invaden el espacio público. Otro aspecto que nos pareció importante destacar, es cómo en la región se han utilizado trabajos fotográficos, aplicando todo tipo de recursos de la técnica, para vehiculizar consideraciones ideológicas, a veces incluso reñidas con el carácter documental que pretenden. Quizás las únicas conclusiones pertinentes son el carácter polisémico de las fotografías, que se leen culturalmente cada vez que las miramos y que su lectura exige estar atentos puesto que, además, cada relectura las resignifica. Los editores |